Cartas con olor a fresa.

Sigo pensando en la carta que te escribí. Me fastidia que ya no estés y ya no haya nadie a quien dársela. A veces trabajo en ella en mi cabeza, intentando trazar la historia que tuvimos, sobre lo que ocurrió en otoño y el invierno pasados.
Todo sigue ahí, como una película que puedo ver cuando quiera. O sea, nunca.

Y aunque parezca extraño todo se fue y no lo acabo de asimilar, todo al fin y al cabo se va consumiendo y nuestro amor no iba a ser la excepción.